El sábado 19 de octubre de 2009 llega una llamada a la casa de la familia Sanchez, donde se encontraban sus papás y su hermano, la llamada avisaba que a Adarwin el hijo y hermano menor le habían propiciado dos disparos, y estaba siendo transportado a la clínica de la ciudad.
La clínica, después de unas horas, no tenía la capacidad para recibir a todas las personas preocupadas por Adarwin. No era extraño que tantas personas se preocuparan; en palabras de su hermano Wilson, Adarwin era un amigo y familiar «pilar» para todos.
Después de cuatro horas de espera, en las que los segundos parecían horas, llegó la trágica noticia que cambió todo: Adarwin no había sobrevivido.
Han pasado 15 años desde ese día, y la familia aún espera una sentencia para los culpables. Sin embargo, las preguntas no dejan de llenar nuestras mentes. Si esa llamada no hubiera existido, ¿qué sería de la vida de Adarwin? ¿Seguiría con su negocio? ¿Habría podido construir su sueño?
La muerte es una de las pocas certezas en la vida de una persona, pero no es decisión de nadie acabar con la vida de otra persona, dejando a todos sus familiares y amigos con el amargo «qué hubiera pasado si…».
No se busca venganza; se busca dar un cierre a este capítulo en la vida de todos los familiares de Adarwin, un cierre justo para ellos y la memoria de Adarwin.