Desde el trágico asesinato de Adarwin Sánchez Mora, su familia ha vivido una constante pesadilla, no solo por el dolor de perderlo, sino también por las amenazas que han recibido, especialmente su hermano, Wilson Sánchez. Desde el primer día después del homicidio, Wilson ha sido blanco de amenazas, convirtiéndose en el principal objetivo de quienes buscan silenciar la búsqueda de justicia.
Wilson ha sido una figura clave en el esfuerzo por esclarecer lo sucedido y encontrar a los responsables del asesinato de su hermano. Su determinación y valentía lo han mantenido en constante comunicación con las autoridades, exigiendo que el caso no se archive y que se haga justicia. Sin embargo, esta búsqueda incansable no ha estado exenta de riesgos. Las amenazas comenzaron prácticamente desde el día siguiente al asesinato, y aunque se ha enfrentado a un sistema judicial que avanza lentamente, su compromiso con la memoria de Adarwin no ha disminuido.
Las amenazas hacia Wilson no han sido esporádicas. Durante casi una década, él y su familia han vivido en constante zozobra, recibiendo advertencias y mensajes intimidantes. Estos actos buscan disuadir a Wilson de seguir adelante con el caso, pero han tenido el efecto contrario. A pesar del miedo y el riesgo, Wilson ha continuado siendo la voz de su hermano y el pilar de la familia en su lucha por justicia.
Este patrón de intimidación refleja un problema más profundo: la falta de respuestas claras y la ineficiencia del sistema judicial. Mientras los responsables siguen libres, la familia Sánchez vive bajo la sombra del temor, pero también con la esperanza de que un día se logre cerrar este capítulo, no solo con justicia para Adarwin, sino también con la seguridad de que sus seres queridos ya no tendrán que temer por su vida.
La situación que vive la familia, y en especial Wilson, es un testimonio de la fuerza y el coraje que se requiere para enfrentar no solo el dolor de la pérdida, sino también la amenaza constante de quienes intentan que la verdad nunca salga a la luz.